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La esclerosis múltiple

Introducción

La esclerosis múltiple es una enfermedad crónica en la que se produce inflamación de la mielina del sistema nervioso central o de los nervios ópticos de manera recurrente. Es una enfermedad autoinmune, es decir, nuestro propio sistema inmunológico es el que genera anticuerpos que atacan a la mielina. Se manifiesta por brotes de síntomas que son reflejo de la disfunción del área afectada. Si bien no se ha encontrado, hasta la actualidad, una cura para la enfermedad, se han desarrollado diferentes medicamentos para controlar la progresión de esta, algunos por vía oral y otros en inyectable. Sin embargo, el alto costo de estos productos limita seriamente su uso.

La mielina es la envoltura de los nervios (a modo le cable de electricidad) que permite que se transmita el impulso nervioso. Si la mielina se daña entonces la neurona no puede transmitir su señal eléctrica y, por lo tanto, pierde su función.

Neurona desmielinizada en la esclerosis múltiple.

¿Cuáles son los síntomas de la esclerosis múltiple?

Son muy variados pues dependen del área del sistema nervioso afectado. Si se produce, por ejemplo, un brote desmielinizante en el área motora del encéfalo entonces la persona experimentará debilidad de la mitad de su cuerpo. Si se afectan áreas que juegan un rol en la coordinación entonces el paciente tendrá desequilibrio. En los casos en que la inflamación afecta al nervio óptico se produce disminución visual del ojo comprometido y si se afecta la médula espinal entonces sucederá debilidad de las piernas o de los brazos. Puede haber otro tipo de síntomas pues el sistema nervioso cumple muchas funciones. Algo común a todos ellos es que el déficit neurológico mejora gradualmente (en cierto grado) pero deja una secuela definitiva leve. Así, si la enfermedad no se controla, pasado un tiempo de meses o años, aparecerán nuevos brotes que producirán nuevas secuelas. Sumándose entre todas, estas secuelas irán discapacitando gradualmente al paciente. De forma esquemática, la evolución de este tipo de esclerosis múltiple se aprecia en la siguiente figura.

Evolución de la esclerosis múltiple.

Sin embargo, no siempre la esclerosis múltiple tiene este patrón de evolución en forma de brotes – remisión. En otras ocasiones, más raramente, la enfermedad se presenta a través de una evolución lentamente progresiva en ausencia de brotes de síntomas. Esta forma de presentación afecta, sobre todo, a la capacidad de deambular, de tal manera que el paciente va perdiendo su marcha si la enfermedad no se controla. Otros síntomas, independiente del tipo de esclerosis múltiple, también pueden progresar de manera larvada, sin brotes, entre los que tenemos la fatiga y los síntomas de deterioro demencial. Si bien estos dos últimos síntomas no están presentes en todos los pacientes, cuando se presentan suelen tener un patrón de progresión gradual sin brotes.

 

¿Existen varios tipos de esclerosis múltiple?

Sí. La esclerosis múltiple tiene varias formas de presentación y diferenciarlas es relevante porque el tratamiento y el pronóstico varía en función de ello.

 

Esclerosis múltiple recurrente – remitente

Es el tipo menos agresivo y el que suele responder mejor al tratamiento. Se caracteriza por brotes de síntomas y posterior mejoría parcial, tal como se describió previamente. Esquemáticamente ya se mostró en la figura anterior.

Esclerosis múltiple recurrente remitente (EMRR).

Esclerosis múltiple primariamente progresiva

En este tipo de esclerosis múltiple la enfermedad progresa, desde el inicio, sin la aparición de brotes. El síntoma más frecuente es la dificultad para caminar y puede llevar al paciente a depender de una silla de ruedas.

Esclerosis múltiple primariamente progresiva.

Esclerosis múltiple secundariamente progresiva

Este tipo de esclerosis múltiple comienza con brotes (como la forma recurrente – remitente) pero se convierte en una forma progresiva luego de algunos años. Se esquematiza en la siguiente figura.

Esclerosis múltiple secundariamente progresiva.

¿Qué enfermedades se parecen a la esclerosis múltiple?

La esclerosis múltiple tiene un amplio diagnóstico diferencial. El más importante corresponde a las enfermedades reumatológicas como el lupus y la vasculitis. Otras enfermedades que pueden simular una esclerosis múltiple son las infecciones como el VIH, la neurosífilis y algunos tipos de encefalitis virales. Más raramente, puede ser consecuencia de cáncer en otras regiones del cuerpo (síndrome paraneoplásico). Así mismo, las enfermedades desmielinizantes pueden ser muy parecidas entre sí y no es raro que se confunda con la neuromielitis óptica (enfermedad desmielinizante que afecta preferentemente a la médula espinal y a los nervios ópticos) o con las neuritis ópticas puras. Por lo anteriormente mencionado, cuando se sospecha que una persona tiene esclerosis múltiple se debe realizar una batería grande de exámenes a fin de descartar dichas enfermedades.

 

¿Qué exámenes se usan para el diagnóstico de esclerosis múltiple?

El punto de partida para el diagnóstico es el aspecto clínico, es decir, los síntomas del paciente. El segundo aspecto relevante e indispensable es el estudio de imágenes, específicamente, resonancia magnética. En dicho examen de imágenes se logra visualizar las típicas imágenes de desmielinización cerebral o espinal. Como parte del estudio de la esclerosis múltiple también se realiza potenciales evocados visuales (examen que evalúa al nervio óptico) debido a que con frecuencia se afectan los nervios ópticos y también se realiza una punción lumbar para medir las bandas oligoclonales (anticuerpos que produce el sistema nervioso). Por otro lado, se realizan todos los exámenes necesarios para descartar las enfermedades del diagnóstico diferencial antes descrito.

 

¿Cómo es el tratamiento de la esclerosis múltiple?

De lo dicho anteriormente se deduce que la esclerosis múltiple es una enfermedad que requiere de un tratamiento para evitar la progresión de la enfermedad. Para tal fin se han investigado – y se está investigando – diferentes fármacos, algunos parenterales y otros por vía oral. Cada uno de ellos tiene ventajas y desventajas y detallarlos escapa a las intenciones del presente artículo. Lo fundamental es comprender que, sin un tratamiento, la enfermedad progresará ineludiblemente. A este tratamiento se le llama “tratamiento modificador de la esclerosis múltiple” y depende del tipo de esclerosis múltiple que presenta el paciente. Se usan interferones, anticuerpos monoclonales, inmunosupresores, inmunomoduladores, quimioterápicos, corticoides, entre otros.

Aparte del tratamiento modificador de enfermedad, que se da a largo plazo, debe darse un tratamiento de ataque cada vez que se presenta un brote. Este tratamiento, por lo general, consiste en corticoides por vía endovenosa. Por ejemplo, si un paciente con diagnóstico de esclerosis múltiple comienza a percibir que tiene dificultad para caminar, y esta dificultad se incrementa en el transcurso de pocas horas, entonces debe acudir pronto a una emergencia para que se hospitalice y reciba un tratamiento con corticoides endovenosos (habitualmente durante unos días). Esto se hace con la finalidad de disminuir la inflamación del brote.

Además del tratamiento modificador de enfermedad y el del brote, la terapia física y de rehabilitación es muy importante. Esto ayudará en los casos de desequilibrio y espasticidad, permitirá mantener un buen rango articular y ayudará a mejorar el habla, entre otros. La psicoterapia y la medicación antidepresiva o ansiolítica se usarán en los casos necesarios y es importante no descuidar el aspecto nutricional.

Así, en la actualidad, se dispone de diferentes fármacos para tratar esta enfermedad, en la que hace tan solo algunas décadas no existía ningún tratamiento. El principal problema es su elevado costo.

 

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